En 2012, el precio del imatinib había aumentado a más de 100.000 dólares al año, sin correlación con el coste de la investigación y el desarrollo, el tamaño de la población o las fuerzas del mercado. Se basó simplemente en la exclusividad del mercado y la maximización de las ganancias, aunque esto significaba que el medicamento era inasequible para un gran segmento de pacientes.